Hace unos pocos años, «decía muy bien de uno» pertenecer a una ONG, colaborar, apadrinar, ser voluntario, ser solidario. Existía esa opinión pública. Inmediatamente después, la publicidad favorable a las ONG´s la pusieron los distintos gobiernos estatales, autonómicos, forales y locales y ya se atisbaron los primeros síntomas de hipertrofia.
Pasó poco tiempo para que la iniciativa de las ONG´s quedase totalmente devorada por la institucionalización y lo políticamente correcto. Podría decirse que si la idea era contrapesar al sector de la partitocracia a través de la sociedad civil, al final nos encontramos con que ha sido la partitocracia la que ha asimilado y adulterado el criticismo primigenio de las ONG´s.
Hoy, las ONG´s constituyen indudablemente un sector económico más, y ya generan bastantes recelos en sus potenciales benefactores individuales o particulares. Prácticamente lo mismo podríamos comentar de movimientos en su origen alter globales como el movimiento ecologista y el movimiento de los micro créditos.
Viene esto a cuento por un argumento esgrimido corrientemente por este tipo de movimientos y organizaciones. Es un argumento «contra» el partidismo político, contra la identificación con ideologías con vocación política. Se pretende que la militancia política es cosa del pasado y se ve al partido político como un competidor o como un usurpador en el terreno de la lucha social concreta.
Este fenómeno quizá vaya de la mano también con la reivindicación de las «personalidades independientes», de los «expertos», «tecnócratas» o «comunicadores de éxito».
¿Es aceptable este argumento?