Nadie puede ya alegar ignorancia: somos nosotros, los países «desarrollados», los que vendemos las armas que les matan, los que apoyamos los gobiernos corruptos que les oprimen, los que expoliamos sus riquezas y provocamos su miseria.
Son los grandes potencias las que han convertido esos países en un tablero de ajedrez donde juegan sus partidas de dominación y no impiden, sino que alargan, las luchas fratricidas.
Muchas veces se alega ignorancia, porque frente al conocimiento la peor de las humillaciones personales como seres humanos es no hacer nada. Entonces es más fácil decir que no sabe que «tener el tupé» de no hacer nada cuando se ha visto la verdad.