Ya estoy un poco cansado de oír y leer constantemente desde distintos ámbitos sobre las supuestas motivaciones políticas e ideológicas de esta guerra en Ucrania, en una época en las que éstas han quedado tristemente arrinconadas a un absoluto segundo plano.
Es evidente que casi todas las guerras a lo largo de la historia, se han originado principalmente por motivaciones económicas, de poder, conquista y control de nuevos territorios, la explotación de sus recursos y riquezas naturales así como por su carácter estratégico sin olvidar los motivos religiosos.
A todo ello hay que añadir el componente político-ideológico con el que se han pretendido barnizar muchas de ellas y que visto lo visto la mayoría de las veces se ha quedado solo en eso, en una mera excusa para conseguir el poder.
En el caso de Ucrania es evidente que el carácter ideológico brilla por su ausencia, por mucho que por determinados sectores se pretenda justificar como una guerra contra el carácter nazi del régimen ucraniano. Me río yo del supuesto régimen democrático del señor Putin y sus oligarcas y su respeto por los derechos humanos.
Nuevamente quien sale perdiendo de esta situación son los de siempre, esos millones de personas que están sufriendo de primera mano la violencia cruel e injustificada ocasionada por unos dirigentes políticos tan faltos de empatía como de legitimidad para darnos lecciones de lo que tenemos que hacer y dejar de hacer.