Ante cualquier referéndum o consulta que se plantee, sea del tema que sea y del ámbito que sea, siempre existe la duda de participar o abstenerte si no estás absolutamente convencido de votar favorablemente lo que te proponen en el mismo o si no crees en la legitimidad o la conveniencia de dicho procedimiento.
Es verdad que, como tal y sobre el papel, es un modo absolutamente democrático de poder resolver situaciones de distinta índole, pero no es menos cierto que muchas veces, si no se dan un mínimo de garantías, puede ser utilizado de forma interesada para, aprovechándose de esa pátina democrática, poder manipular situaciones y personas.
Por poner un solo ejemplo, cuesta creer que alguien, y por lo que he podido comprobar no es un caso aislado, que defienda y promueva un referéndum a favor de la independencia de un territorio respecto de otro, escudándose en la democracia, la participación ciudadana y los derechos de las personas y de los pueblos a poder decidicir libremente su futuro, se oponga rotundamente a una simple consulta sobre cómo se deben gestionar los recursos de un municipio de tamaño medio.
Es evidente que es desde ahí, desde abajo, desde donde se tiene que empezar a poner en práctica este tipo de mecanismos de participación democrática si es que realmente se cree en ellos y si no se quiere empezar la casa por el tejado.
Otra cosa es que haya voluntad para ello.
Me gusta esto:
Me gusta Cargando...