Si tener un trabajo ha sido y es la aspiración y el derecho, de cualquier persona para poder desarrollar un proyecto vital con un mínimo de dignidad y autonomía, estamos viendo como hoy en día en muchos casos el hecho de tenerlo no garantiza un mínimo de bienestar y estabilidad.
Dicen los expertos en sociología que en Europa está surgiendo una nueva clase social, la del trabajador pobre. Un 8,9% de los europeos con trabajo están bajo el umbral de la pobreza, la clase media está disminuyendo a marchas forzadas y son cada vez más las personas que se ven abocadas aceptar empleos precarios para poder obtener algún tipo de ingreso.
Esta situación no se trata únicamente, como muchos pueden pensar, de una consecuencia «natural» de la crisis. A la situación de crisis económica, debemos añadir la precarización de las condiciones de trabajo y la escasez y recorte sistemático de recursos sociales fruto de políticas neoliberales que agravan aún más la situación de aquellos que aun teniendo trabajo quedan desprotegidos debido a que sus escasos ingresos no les permiten acceder a servicios básicos antes públicos y hoy en día privatizados. En España estas políticas de recortes están intensificando y extendiendo la pobreza hasta alcanzar al 27 por ciento de la población.
Y así es como dicen que quieren sacarnos de la crisis, ver para creer…
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